miércoles, 8 de septiembre de 2010

Hola?

Ajá, claro, sí, sí, te entiendo... Sí, te estoy escuchando... Esperá un poco, ¿me hacés un favorcito? Levantá la mano y decile adiós. ¡¿Cómo a quién?! ¡A tu pareja, nena! Bueno... perdón, sólo estaba tratando de ponerle un poco de onda a esta charla, que debo aclararte que es exactamente igual a las que venimos manteniendo desde hace días. Obvio que te entiendo y sé que la estás pasando horrible y que separarte, cortar o distanciarte de él no es un lindo momento. Pero hace quince minutos que estamos detenidos tratando de analizar los pros y los contras de dejar o ser dejado. Ya sé, me vas a decir que no es lo mismo, pero te juro que desde afuera se puede ver todo más claro. Pero bueno lo cierto es que ahora estás mal, sentís que éste es el último hombre de tu vida (¡Qué novelera que sos, mi amor!), que nunca más vas a dar con el muchacho indicado, que tu cielo interno se nubló, que la angustia se te instaló en el medio del pecho, que no pasás bocado y que sos un desastre en las materias del amor. Y tal vez lo seas, pero ¿quién es un experto en el tema? Cortala con eso de que va a conseguir reemplazante más rápido que vos a él o -lo que es mucho peor- que tal vez ya tenga a alguien con quien compartir sus idas al cine, sus cenas casa afuera y su cama. ¡Ya sé que no es fácil! Intentá poner los pies sobre la tierra en vez de estar en plena caída libre y tratá de pensar y sentir siendo más honesta con vos misma. ¿Que tenés ganas de llamarlo?, ¿que lo extrañás?, ¿que tenés miedo de haber dejado pasar al hombre de tu vida? Detengamos esta calesita, que me marea un poco: ¿existe "el" hombre de la vida? Sigamos. Creo que si verdaderamente estuviste presente en cuerpo y alma durante la relación, ya te tendrías que haber dado cuenta si era o no "el" hombre para vos. Llamalo si querés, sabés que mi lema es "cada uno lo hace como lo puede" y que yo siempre voy a estar con vos. Pero ¿creés que algo va a cambiar? Se llamaron miles de veces en este mes de separados y todo siguió igual. ¡Tengo una idea! ¿Y si intentás cambiar la historia y probás con salir a flote más rápidamente que otras veces? ¿Y si te animás a despejarte, a pensar que no siempre sos la culpable y tratás de entender que en una relación siempre es un 50 y un 50? Dale, tal vez no sea una receta fácil de poner en práctica, pero ¿qué perdés? ¿Me dejás que te ayude? ¡Dale! Basta de hablar por teléfono y actuemos... ¿Lo intentamos? ¿Te animás? No te olvides de lo más importante: ¡Te quiero!

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